“Entrevista a Alfredo Abad sobre la recepción de Cioran en Colombia y otros temas” (Rodrigo Inácio Ribeiro Sá Menezes)

Alfredo Abad (Colombia) es Profesor de Filosofía de la Universidad Tecnológica de Pereira; Director del grupo de investigación Filosofía y escepticismo; ha publicado los libros Filosofía y literatura, encrucijadas actuales (2007), Pensar lo implícito en torno a Gómez Dávila (2008), Cioran en perspectivas con Liliana Herrera (2009). Organiza anualmente al lado de la Prof. María Liliana Herrera el Encuentro Internacional E. Cioran en la Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia), cuya última edición (la sexta) fue en octubre/noviembre de 2022.

EMCioran/Br: Estimado Prof. Alfredo, primero quiero agradecerle su generosidad para con los lectores de Cioran y de este Portal, estoy convencido que tiene mucho que compartir y contribuir respecto a Cioran, otros asuntos y otras figuras que orbitan a su alrededor. ¿Puede contarnos un poco sobre el comienzo del congreso? ¿Cómo ha surgido la idea de crear un evento académico anual sobre un pensador tan marginal y tan ajeno a la academia como Emil Cioran? El motivo de mi pregunta es que no hay un congreso anual sobre Cioran en Francia y aún menos en Brasil, y que en esa hermosa y agradable ciudad de Pereira (ciertamente no tan conocida para nosotros los brasileños como lo son otras ciudades colombianas) se realiza, todos los años, desde 2008, un encuentro internacional de lectores, investigadores y amigos de Cioran. Al lado del coloquio internacional en Sibiu (ligado a la Universidad Lucian Blaga en Rumania), el Encuentro Internacional Emil Cioran en Pereira se destaca como uno de los eventos más importantes del mundo dedicados a Cioran. ¿Por qué un congreso sobre ese pensador? Es decir, ¿cuál es el sentido de dicha iniciativa? ¿Qué tiene Cioran para ofrecer a los colombianos, a los brasileños y a los latinoamericanos en general, en términos de pensamiento y vida? ¿Cómo ha sido la recepción de la obra cioraniana en Colombia?

Alfredo Abad:  A veces solemos dar mucha importancia a lo que nos resulta exótico, en este caso, al hecho de que en Colombia, y en una ciudad de provincia, se celebre anualmente un acto académico sobre Cioran. Yo sólo podría explicar este hecho a partir del interés que Liliana Herrera – gestora del evento- ha involucrado dentro de la realización del mismo. No creo que haya necesidad de ir a buscar otro tipo de respuesta que, en todo caso, resultaría innecesaria y poco ilustrativa. Me refiero al por qué del interés por Cioran aquí, o cuáles podrían ser las congruencias entre su contexto y el nuestro, etc. Frente a ese tipo de aproximaciones pueden inventarse numerosas alusiones que en realidad no darían en el blanco. Yo simplemente asumo a Cioran como un gran provocador, desde el punto de vista filosófico, y eso llega a cualquier hombre a quien le interesen las cuestiones centrales de una historia que comienza aun antes de los griegos. A veces me ha parecido un tanto insólito el por qué se pregunta alguien acerca del interés por Cioran. Nos interesa porque él realmente centra su pensamiento en cuestiones que inquietan al hombre de cualquier sitio o época, y de esa manera, cobra todo el sentido el que cualquier lector se interese ante una amplitud como la que proporciona su obra. No me sorprende en absoluto que aquí se celebre un congreso, me sorprende el que no se realicen tantos como lo amerita el autor, puesto que su obra es bien conocida en muchas latitudes. De cualquier manera, sí hay eventos sobre el autor en Francia, en España, en Italia, aunque no sean periódicos.

Obviamente, su nombre no es tan famoso como ocurre con otro tipo de autores, pero yo creo que la filosofía es mucho más que una cuestión de mainstream. De hecho, en algunas oportunidades, éste implica una cierta superficialidad en la interpretación, ciertos clichés que se vuelven de dominio común como pasa a veces con el propio Cioran. De cualquier manera, y este es uno de los cometidos del encuentro, se trata de asimilar el espíritu de la obra cioraniana, la cual es abiertamente antiacadémica y por ende, más que una escolástica sobre su obra, se intenta concebir y vivir su legado desde un ámbito problemático y crítico, fiel a la praxis que demanda. Los atributos teóricos por supuesto son importantes, aunque a veces puedan llegar a ser objeto de discusiones poco fértiles que interesan más al especialista sin alma en que se puede convertir quien frente a la filosofía, actúe ajeno a la vida, de espaldas a ella. En ningún caso, Cioran representa este último.

Resaltar el aspecto contra-académico de su pensamiento puede llegar a ser contradictorio, máxime si se hace desde la academia. Sin embargo, la universidad no es necesariamente un foco estatal que se ciña a una rigurosidad o encasillamiento en el cual no haya espacio para la discusión libre. Probablemente esta idea se desprenda de las estrechas visiones a que se somete cuando autores como el propio Cioran concibe la filosofía universitaria como un foco de anquilosamiento. Es necesario ubicar el sentido de este tipo de críticas en sus justas proporciones. No se trata de asimilar el ámbito filosófico universitario como si por esencia, éste estuviera circunscrito a una tarea burocrática, estatal, y por ende, no-libre. Justamente por eso, hay que recordar su crítica, no para asumir una actitud casi pueril de rechazar la academia, sino para encaminarla hacia aspectos que hagan de la filosofía un ámbito amplio, ligada a esa idea que precisamente hace de ella un propósito formativo que dialogue con el público especializado y no especializado. Así está concebido el encuentro sobre Cioran.

EMCioran/Br: Está realizando una tesis doctoral sobre Friedrich Nietzsche. ¿Podría decirnos algo sobre la temática y el objetivo de su investigación sobre el filósofo alemán? Nietzsche es muy estudiado en la academia (en Brasil como en todo el mundo), y, además, también es un autor relativamente “popular” más allá de los círculos académicos, aspecto del que difiere de Cioran. ¿Sería sólo una cuestión de tiempo, puesto que Cioran es un autor relativamente reciente (ha fallecido en 1995), o quizás tendría algo que ver con el tenor, con la naturaleza misma de los escritos de Cioran, con algún rasgo de su pensamiento que, distinto a Nietzsche, lo vuelve más “hostil” a los estudios académicos sobre todo en filosofía?

Alfredo Abad: No deja de seducirme el hecho de que la filosofía nietzscheana sea una perspectiva trágica. Eso lo hace ajeno a la gran mayoría de filósofos. Su obra está signada por la paradoja y la problematicidad que demanda el acercamiento a la ontología, la epistemología, la ética, la antropología y por supuesto, la estética. Yo creo que desligar cada uno de estos dominios en Nietzsche no permitiría dimensionar cabalmente el sentido de lo que en términos griegos define una physis trágica, es decir, una concepción antidialéctica e inaprensible que está inscrita en su pensamiento. Una metafísica al revés, pero aún metafísica, es lo que en Nietzsche se despliega totalmente, un laberinto no apto para quien busque salidas o respuestas que clarifiquen el sentido. Nietzsche, como lo ha definido N. Gómez Dávila, es una interrogación inmensa.

Nietzsche y Cioran han padecido ya muchas interpretaciones que los relacionan. Se pueden extraer en efecto un sinnúmero de alusiones en donde sea posible encontrar puntos de encuentro, tanto en el ámbito teórico de lo que representa su pensamiento, como en cuanto al estilo fragmentario etc. Sin embargo, yo creo que el cometido y las posturas de cada uno pueden ubicarse en las antípodas. Es cierto que Cioran tiene una fascinación por Nietzsche, principalmente en su juventud, pero no me cabe la menor duda de que la visión pesimista y por ende, schopenhaueriana que Cioran demarca en su obra, choca con el espíritu vital y, desde el punto de vista cioraniano, optimista, de Nietzsche. Éste último no podría estimarse como escéptico, es decir, cree y tiene confianza en el hombre, es claro que en Nietzsche existe un humanismo que si bien es ajeno al de la Ilustración racionalista, manifiesta una tendencia hacia la consecución de una utopía que la óptica cioraniana niega.

Ambos autores eso sí, coinciden en la fuerza de su escritura, en la manera como se desligan de las márgenes en que suele estar sometida cuando se invocan ciertos parámetros de tipo académico. No obstante, Nietzsche está constantemente dialogando con la tradición, tanto clásica como contemporánea, pues muchos de los asuntos sobre los que apunta su obra están determinados por las lecturas de filósofos, científicos y literatos aún decimonónicos. En Cioran acontece algo distinto, y no me refiero a que en su obra no haya un diálogo con el pasado, pero éste se hace de una manera distinta, un poco más arraigada en aspectos cotidianos. Desde esta perspectiva, Cioran es mucho más directo que Nietzsche, pues sus textos están determinados por acontecimientos que nacen a través de la descripción de lo vivido. Nietzsche por el contrario, está sumido en un mundo más acorde al que suele haber sido el de los filósofos, es decir, está concibiendo una crítica y un terreno propositivo que exige otro nivel, ligado a la tradición y por ende, a los gustos académicos. Se trata de la manera como ya no simplemente describe como lo hace el moralista que es Cioran, para pasar a ser un filósofo comprometido con una determinada visión de mundo, concebida por él claro, pero ligada a una creación o interpretación de la cual se espera algo. Esta relación se concibe en un primer caso desde el ámbito crítico, se mueve a partir de la descripción y anatematización que Nietzsche realiza de la cultura cristiana, de la democracia, del romanticismo como distanciamiento del clasicismo; pero también aparece el Nietzsche propositivo, comprometido aún desde su juventud con el proyecto de un mundo trágico que ya fuese anclado a su primera admiración por Wagner o a la animadversión subsiguiente por el compositor, define un escenario por el cual Cioran en ningún momento se mueve: el del compromiso y la confianza.

EMCioran/Br: En su artículo sobre Cioran (“Thinking against oneself: reflections on Cioran”), Susan Sontag afirma que Cioran viene tras Nietzsche, quien estableció casi la totalidad de la posición de Cioran hace un siglo. Una pregunta interesante: ¿por qué una mente sutil y potente consiente en decir lo que, en gran parte, ya ha sido dicho? Cualquiera que sea la respuesta, el ‘hecho’ de Nietzsche tiene consecuencias innegables para Cioran. Él debe apretar los tornillos, volver más denso el argumento. Más atroz. Más retórico.” (SONTAG, Styles of Radical Will). ¿Cómo interpretas el comentario de Sontag? ¿Te parece justificado? ¿Es justo reducir Cioran a un epígono de Nietzsche, a un pensador post-nietzscheano sin ningún valor propio (o casi ningún) y que sería tan solo un continuador de la filosofía nietzscheana? A propósito, considerándose la obra del rumano como un todo (sobre todo sus libros franceses), ¿no es bastante cuestionable la filiación nietzscheana que suele atribuirse a Cioran?

Alfredo Abad: En primer lugar no creo que Sontag quiera ubicar a Cioran sólo como un epígono de Nietzsche, de otra manera no subrayaría algunas distinciones entre ambos. Es cierto que existen algunas coincidencias, entre otras, el carácter personal, individual y antiacadémico de su labor, sin embargo, tal como lo señalé en la anterior pregunta, creo que es más grande la brecha abierta por las diferencias entre ambos, aspecto que ciertamente el texto de Sontag no acoge.

Es posible hacer un balance que pueda determinar la deuda que el rumano tiene para con Nietzsche, aunque de cualquier forma, a pesar de lo que en primera instancia pudiese ser considerado, no creo que sea mucha. Aspectos tan importantes como la religiosidad equívoca de Cioran y el marginamiento ideológico y propositivo de su filosofía, hacen que el caudal por el que transitan ambos pensadores tenga destinos distintos. El pensamiento cioraniano refleja la inquietud acerca del  desasosiego que caracteriza el marginamiento y soledad del hombre que ha perdido todo vínculo con la trascendencia. El propio Cioran lamenta esta condición, expone toda carencia de validez dentro de la existencia en tanto no puede brindar un sentido definitivo que otorgue una salida a la condición de completo abandono en el que se ve a sí mismo. Textos como El Árbol de vida de La caída en el tiempo, el cual me parece fundamental dentro de toda su obra, dan cuenta de esta condición en la que se interpreta la naturaleza humana como una fractura que no puede componerse. Si bien la obra cioraniana conduce a través de unas etapas de depuración escritural, de estilo, de ciertos intereses, es claro que en ningún caso podría exponerse que cualquiera de sus libros se extraiga de la asimilación antropológica de una criatura marginada y perdida, sin salida alguna. Es probable que su juvenil desesperación converja en un escepticismo de la etapa de madurez cada vez más equilibrado y envolvente, pero aún así, el descrédito antropológico sólo es a veces reemplazado por consideraciones irónicas que ilustran no tanto un paso a una mirada positiva sino a una resignación o lucidez sostenidas hasta el último de sus textos.

Sí podría mencionarse el impacto escritural y fragmentario que Nietzsche tiene dentro de Cioran. Este punto, el cual es reconocido por el propio rumano, es fundamental; es algo que no puede ser negado puesto que el carácter fragmentario y paradójico de la escritura lo seduce por completo. De hecho las fuentes pueden ser rastreadas, en ambos autores, hasta los moralistas franceses, pero el carácter inmediato, directo y antisistemático de la escritura nietzscheana es algo que está específicamente ubicado dentro del programa escéptico de Cioran.

Muchas veces a ambos autores se les suele asignar una línea común a partir del compromiso que sugiere su pars destruens, es decir, el manifiesto bélico y subversor que implica la lectura de los dos pensadores en contra de la tradición filosófica y metafísica. Sin embargo, hay también una pars construens en Nietzsche, no en Cioran, y tal como lo ha explicitado C. Rosset (El descontento de Cioran) en relación a la no pertenencia de Cioran a ningún compromiso ideológico o programático, permite que esta particularidad lo extraiga de cualquier inmersión que intente construir un referente de pensamiento. Su descontento es total, no así en Nietzsche.

EMCioran/Br: Nietzsche diagnosticó el nihilismo como el problema-desafío fundamental de toda una cultura, de toda una civilización – la nuestra. Ciertamente el tema del nihilismo está presente en los escritos cioranianos, aunque en Cioran el concepto no posea el status teórico que tiene en la reflexión de Nietzsche (sobre todo en sus escritos tardíos) ¿Sería el rumano un nihilista? ¿Cómo interpretar a Cioran en lo que respecta a la cuestión del nihilismo trabajada y divulgada por Nietzsche?

Alfredo Abad: Me parece que la temática del nihilismo es imprescindible para descubrir las diferencias entre ambos autores. Al leer el descontento que signa la obra del rumano, es identificable la marca que deja ver su carácter nihilista desde una óptica nietzscheana. La gran contradicción que se ilustra en torno a estas figuras puede concretarse en el rechazo y acogimiento pleno que respectivamente brindan al respecto de la voluntad, de la acción, del devenir. Hay muchas ideas de lo que puede llegar a ser concebido como nihilismo. En este caso, hago referencia al sentido atribuido por Nietzsche de la negación vital, tal como está concebida en la obra cioraniana al verse ajena y frustrada frente al carácter ateleológico del mundo. El de Cioran es un pensamiento que como él mismo lo ha consignado en una entrevista, abomina de todo lo que ha acontecido desde Adán. Esta apreciación no tiene que ver con una crítica en el sentido de intentar vislumbrar otra posibilidad frente a un estado de cosas. El de Cioran es un pensamiento que no cree en el progreso porque define una incompetencia antropológica consustancial que no puede ser cambiada, un vice de nature que conlleva a un pesimismo radical. Y con ello no intento asumir que Nietzsche crea en el progreso (al menos la idea que de él nos legó La Ilustración), mas sí que su pensamiento bendice, con una actitud radicalmente distinta, el componente irracional y trágico frente al cual Cioran tiene una perspectiva equívoca.

Es por ello que el nihilismo en el autor alemán se convierte en una oportunidad de concebir otra experiencia vital, mientras en el rumano no es más que la confirmación de una enfermedad sin cura: el hombre. Se trata pues de dos miradas completamente distintas, enfatizando claro está, en el hecho de que el concepto de nihilismo en Nietzsche es mucho más amplio, no está circunscrito a una experiencia eminentemente antropológica sino cultural. En alguna oportunidad, Cioran asume que su pensamiento más que nihilista es escéptico, indicando el hecho de que hablar de nihilismo estaría vinculado a un compromiso (un programa) con la nada. Por supuesto, se trata de una manera de asumir la perspectiva de desconfianza absoluta por el hombre. En ese sentido Cioran sería, desde una óptica nietzscheana y vital, un nihilista. Este aspecto puede problematizarse claro está, sobre todo a la hora de involucrarse el campo jovial que también tiene el rumano, sin embargo, hay cierto viso de resentimiento circunscrito en las palabras de quien en ningún caso ha podido transigir con su entorno, como es el caso de Cioran.

EMCioran/Br: En otra entrevista, José Ignacio Nájera (autor de El universo malogrado de Cioran) cita al pensador y escritor colombiano Nicolás Gómez Dávila, al cual el filósofo marroquí radicado en España aproxima a Cioran, puesto que ambos poseerían “una sabiduría que puede ser válida para todos”. Dice Nájera que, “al leerlos te olvidas de su ubicación, quizá porque te llevan a un territorio más auténtico, si esto puede decirse, que el de la izquierda o la derecha, el territorio de nadie”. Usted ha publicado un libro sobre Gómez Dávila, (Pensar lo implícito: en torno a Gómez Dávila, 2008). Qué habría de común entre el colombiano y el rumano? ¿Podría hacer una breve introducción de ese pensador colombiano a los lectores brasileños de Cioran (y además a todos de habla portuguesa)?

Alfredo Abad: Nicolás Gómez Dávila es un pensador absolutamente inclasificable. Los apelativos con que suele ser catalogado no necesariamente son inexactos pero no alcanzan a circunscribir totalmente el campo fértil que se encuentra en su obra. A veces suele clasificarse como católico, reaccionario, crítico de la modernidad, moralista; todos estos puntos dicen algo de lo que representa, mas el carácter paradójico y problemático de su pensamiento es algo que poco suele ser tenido en cuenta, es decir, la posibilidad de encontrar en él un referente para pensar, no para satisfacer conversos. Desde este punto de vista la obra gomezdaviliana se abre ante la filosofía actual como un referente desde el cual se puede acceder a un pensador original y poco legible desde las posturas contemporáneas.

Su pensamiento se funda en un contexto que podría definirse como clásico, para mí es un autor cuya filosofía está instaurada en un camino que se abre en el clasisismo griego, aspecto que se configura también en su religiosidad. Pero además de eso, el aspecto crítico es quizá lo que más atrae mi atención. Es un pensador poco convencional, con un estilo propio, ajeno a cualquier convencionalismo intelectual, es un autor que efectivamente, puede ser leído por cualquiera que, más allá de prejuicios diversos, pueda evidenciar su caudal crítico.

Es un reaccionario que critica tanto la izquierda como la derecha; un hombre religioso mas al mismo tiempo, inmerso en la realidad plena de la sensualidad; un pensador con una ideología clara y jerárquica que al mismo tiempo es expuesta a través de fragmentos; un católico ferviente crítico de la Iglesia postconciliar; y además de eso, un gran escritor, su estilo es impecable. No creo que exista en ninguna lengua una tal contundencia a la hora de emitir sus juicios. Cada quien puede compararlo con otro escritor, y de hecho, son muchas las alusiones en este sentido, al declararlo heredero o cercano a otros autores que han escrito de manera análoga. Así, se ha dicho que Cioran o Nietzsche pueden estimarse como referentes importantes, y en efecto, hay algunas similitudes. Sin embargo, asumir esta clase de acercamientos no alcanza a dimensionar el sentido de su estilo. Es claro que el moralismo francés tiene una influencia mucho mayor que los autores citados, pero aun así, el de Gómez Dávila representa por sí solo una muy original expresión que considero la más alta expresión de la literatura fragmentaria. Sus sentencias tienen una característica muy difícil de lograr en el sentido de acoger tanto la forma como el contenido, logrando que ambos se fusionen con gran acierto. Lejos de la a veces abstracta y equívoca presentación de los fragmentos de Lichtenberg o Nietzsche, Gómez Dávila tiene la peculiaridad de presentar una línea muy definida en sus Escolios a un texto implícito (aspecto que no se revela en Notas su primer libro) proyectando por ende, un afianzamiento estilístico que no desaparece ya, y que corrobora la manera en que pule su frase, perfilándola de manera muy rigurosa. En este aspecto se revela también la muy recurrida manera en que el autor liga el aspecto metafórico y conceptual, sin que ninguno de los dos se entronice, sino que ambos fluyen parejos, manifestándose así la singularidad del escritor.

Ahora bien, si cotejáramos su pensamiento con el de Cioran, probablemente encontremos muchas similitudes, quizá la principal, el carácter desencantado frente al hombre, su itinerario al margen del progreso y su poca fe en una opción de cambio positivo. Así lo deja consignado en un escolio “El hombre ya no sabe si la bomba de hidrógeno es el horror final o la última esperanza”. Igualmente, creo que el autor colombiano, al igual que Cioran, se encuentra en un espacio en el que puede ser apreciado desde una óptica ajena a los ismos, es un pensamiento universal y crítico.

EMCioran/Br: Una curiosidad que siempre tengo respecto a los lectores y quienes aprecian la obra de Cioran: ¿cuándo y cómo ha conocido a Cioran? ¿Qué le atrajo de él?

Alfredo Abad: Leí por primera vez a Cioran en 1996, él había muerto el año anterior y como siempre sucede, algo de publicidad alrededor del autor aparece justo después. Recuerdo que el texto era La degradación por el trabajo, el cual está en su primer libro. Cualquiera que hablara así acerca de la automatización que generan las labores cotidianas y por ende, hiciera una exaltación del ocio, tendría que decir mucho más, algo que seguramente no me iba a defraudar. El resto de las lecturas por ende, se asumen como el acercamiento a un pensador que está sincerándose ante sus limitaciones, ante sus fracasos. Es por ello que la lectura de Cioran reconforta por cuanto describe algo inherente al ser humano: su inquietud y vacío. Así puede comprenderse también el carácter terapéutico de su obra. Si bien teóricamente es un pensamiento pesimista y nihilista, algo acontece con su lectura en un orden totalmente distinto, se vuelve un acto jovial. Este equívoco o mejor, aspecto paradójico, nunca ha dejado de impactarme, por cuanto el humor que se deriva de su escritura es bastante atrayente. Sin la risa, no se comprende a Cioran, no se alcanza a acoger. En la práctica pues, hay una jovialidad que no puede dejarse a un lado y cualquier lector debe estar atento a esta peculiaridad.

EMCioran/Br: ¿Un libro favorito de Cioran (o más de uno)?

Alfredo Abad: Es difícil elegir uno, pero Breviario de podredumbre podría considerarse como un texto en el cual converge gran parte de su pensamiento, por ello lo elegiría.  Allí está concentrado su escepticismo, su misticismo, su humor etc. Fue su primer libro en francés y quizá uno de los más tortuosos, fue reescrito varias veces debido principalmente a lo que significó el cambio de lengua. El estilo allí consignado es maravilloso.

EMCioran/Br: Prof. Alfredo, muchas gracias por esta entrevista. Antes de cerrar, le doy la palabra para dejar algún mensaje final respecto a Cioran, a Nietzsche, a Gómez Dávila, a su esplendido país, Colombia…

Alfredo Abad: La lectura de estos tres pensadores, como acontece con todo gran filósofo, es problemática. Con ello quiero decir que no encuentro en ellos una salida, un ámbito desde el cual pueda concebir un tipo de acercamiento que dé respuesta a los interrogantes que constantemente el hombre realiza sobre sí, sobre su entorno. Los veo a todos ellos como agentes de un tipo de filosofía que, de acuerdo claro está al interés del lector, genera la posibilidad de continuar interrogando, de circunscribir el asombro.

Por último, agradezco la oportunidad que este portal brinda para dialogar sobre estos autores.

Pereira, Colombia – São Paulo, Brasil
Fevereiro de 2014