El arte es de los solitarios…
Gahvir Fahiaci
Publicado en Literariedad – Apuntes de Peatón (Colombia)
Si bien el arte no arrastra al artista a una posible marginación, éste sí termina aislándose de lo que lo rodea para sumirse en su estado natural de contemplación. Esto sucede por un lado porque lo que seduce al artista no está mediado por ninguna otra condición más que por el asombro, cualidad que las demás personas han perdido; y por otro lado, porque en esa actitud trascendente de la contemplación se abstrae de lo que lo rodea poniendo sus sentidos más allá de lo que resulta simplemente evidente. Con el paso de los años el arte se ha vuelto un estilo de vida de seres cada vez más solitarios, como explica Gadamer, el artista ha tenido que comprender “que la comunicación entre él y los hombres para los que creaba había dejado de ser algo evidente”, ahora asume su marginación social y, como agrega Gadamer, “el artista encontró confirmada en su propio destino bohemio la vieja reputación de vagabundos de los antiguos juglares”.
El artista es un vagabundo en la medida en que su espíritu no cesa, no se instala; sino que anda de un lado para otro, divaga entre una postura y otra, se aparta un poco de su obra original y luego vuelve para retomarla, navega por el mar sin trazar un rumbo. Es utópico, en el sentido de que no tiene un lugar donde asentarse, vive sin lugar (ou-topos). Por eso no es raro que el artista se aparte del mundo para confeccionar su obra, porque estando “aislado” logra concentrar todo su potencial en esos viajes inimaginables para el resto de los hombres y, aparte de todo, se hace olvidar por sus contemporáneos, llega a un estado imperceptible, olvidable. Es el caso de los dos artistas (o filósofos, si no son lo mismo) que abordaremos en este trabajo… [+]